El yoga y los niños

Mucha gente se plantea si es lo mismo Yoga para niños y Yoga para adultos. La respuesta es, sí. El Yoga es uno solo. Mataji Indra Devi dijo: “El secreto de la vida es: si me encuentro con judíos, soy judía; con alemanes, soy alemana; con los niños, soy niña”.
Si estamos con los niños, compartimos los conocimientos con ellos, rompemos la rigidez del colegio y que aprendan Yoga con alegría, libertad y espontaneidad propia de ellos.
Con el Yoga, el niño aprende conocimientos que le van a servir toda la vida. Por ejemplo a respirar correctamente.
En la escuela le piden que se concentre, pero no le explican como hacerlo. En Yoga aprenden a concentrarse, relajarse y flexibilizar su cuerpo en las posturas, usan la imaginación, la percepción y la mente, aprendiendo a estar atentos.
Es común que haya niños que tengan facilidad para realizar posturas hacia atrás y les cueste mucho estirar el cuerpo hacia delante, porque les resulta difícil estirar los músculos posteriores de las piernas. Viéndolos trabajar, nos damos cuenta si tienen desviaciones de columna, (sifosis, lordosis o escoliosis). Hay escoliosis congénitas, pero la mayoría de las veces es por malas posturas o por cargar bolsos o mochilas muy pesadas.
Estos problemas están a tiempo de corregirse, con los ejercicios correspondientes a cada caso.
Cuando tienen problemas de carácter, como falta de seguridad, timidez, etc. Se trabaja con posturas que les dá seguridad, dominio del cuerpo y equilibrio.
A los profesores se les aconseja demostrar seguridad, manteniendo la calma y la armonía. Todo se transmite y el niño lo percibe.
Enseñar Yoga a los niños es una tarea muy importante. Tenemos que dar lo mejor de nosotros, con paciencia y mucho amor, ya que ellos sienten nuestra dedicación, nos imitan y repiten lo que les enseñamos.
Debemos respetar sus tiempos y limitaciones, sintiendo que juegan con sus cuerpos, aprendiendo a cuidarlo y a relajarlo.
Cuidemos a los niños. Esas almas puras son el futuro del mundo.